Y tenías que ser


Y teníamos que ser,
tú tan tú, y yo tan yo,
para romper el cruel hechizo
del recuerdo.

No fui yo quién lastimó
tu intimidad,
no fui yo quién arrancó
tu libertad.

Y sin embargo,
cada culpa se instaló
y tomó lugar sobre mi espalda.

Ya lo sé, ya lo sé,
que no fue tu culpa,
que de niño me dejaran.

Que otros brazos y
otros besos,
me marcaran.

Ya lo sé, que no eres tú
a quién yo ame
y me rompió en pedazos
la esperanza.

Y ya lo ves todo iba bien, (¿o tal vez no?)
nos compartimos los secretos,
intercambiamos amuletos,
nos repartimos los suspiros
y bautizamos los dolores.

Y fuimos dos por un instante,
por un instante por lo menos, fuimos dos,
llenos de duelo y de dolor,
llenos de envidia del amor,
nos disfrazamos de pureza,
y jugué a que te amaba y tú,
a que tu amor era yo.

Más tuvimos que ser,
tú tan tú y yo tan yo,
para acabar con la más dulce
de las farsas.

¿Qué nos costaba continuar mintiendo?
y decir, que cada beso que nos dimos, fue el primero.
Que tu piel me había esperado, sólo a mi, el tiempo entero.
Y que yo en cada momento, en cada beso, era sincero.

Fue tan nuevo pretender,
borrar lo viejo, de tus gestos, tus arrugas, mis momentos,
fue tan viejo este temor del amor nuevo,
por tus sueños sin cumplir y tu ternura.

Y ya ves lo que pasó, se acabó el juego,
el fuego y el sudor se terminaron,
en su lugar llegaron vengativos,
ese temor de ayer y nuestro hastío.

Y teníamos que ser,
tú tan tú y yo tan yo,
para entenderlo…
Los condenados a vagar sobre desiertos del querer
y no alcanzarlo nunca,
somos cenizas ya de un fénix muy cansado,
casi, casi en el retiro somnoliento y fatigado.

Fue tan breve y tan discreto nuestro tiempo,
pero fue para mi historia un gran suceso,
que llegó para volverse parte aguas,
de mi ayer, de mi hoy y mis recuerdos.

Era inevitable el desenlace,
tú querías de mi, lo que no tengo,
y yo quería de ti, lo que pedías.

Platicando del dolor fuimos perfectos,
fuimos huérfanos de amor,
fuimos pecado, pero un pecado puro,
tan sublime, tan humano.

Quisimos resanar los desperfectos,
quisimos solos erradicar el miedo,
quisimos cerrar los ojos un segundo,
para hacer de éste mundo,
nuestro jardín de juegos.

Y teníamos que ser,
tú tan tú y yo tan yo,
para entenderlo, si el amor nació,
en el plano más divino,
¿cómo iba yo a imaginarme
conteniendo semejante promesa del futuro?

¿Cómo ibas tú a sostener,
su peso entre tus brazos,
tan cansados con dolores de abandono
tan profundo?

Y tenía que ser,
yo tan yo, para llorarte
y morirme de vacío
en la impotencia.

Con deseos de arrancar hojas al tiempo,
y regresar mi vida al instante
de ésa mella.

Y tenías que ser,
tú tan tú, tan compungida,
al ver éste desfile de los vivos,
de los que pareciera saben todo,
y sonríen ignorantes, colectivos.

Y tenías que ser,
tú tan tú, mi siempre triste,
y tenía que ser,
yo tan yo, tu triste vida.