El duende de la esperanza



Ahí escondido entre la noche y un suspiro
habita el duende gris y azul de la esperanza
que se sonríe y con su mirada mansa
espera al tiempo a que regrese con su amigo.

Amigo fiel que supo ser su amigo
caricia firme, mano que rescata
presencia siempre, pero presencia grata
de un niño humano que al duende dió cobijo.

Pasaba el tiempo, que es lo que el tiempo hace
el duende flaco y con frío en la garganta
seguía mirando sin mirar hacia el vacío
y creyendo aún como nadie más creía.

Y a punto ya de fallecer el duende.
Tocó su espalda la mano conocida
mas no era el rostro que su mente veía
muchos años contaban las arrugas.

Se vieron lento y el duende fue espontáneo
el hombre aquél ya no sabía cómo
pero lloraron juntos sellando con su abrazo
el pacto eterno de no alejarse nunca.

El hombre así sonrió con esperanza.
Halló el camino de vuelta a ser un niño
el duende supo su trabajo al fin cumplido
al ver al hombre aquél jugar con el rocío.